Cuando me preguntan, ¿cómo se puede compartir una experiencia maravillosa y única con un hijo?, entre otras opciones, respondo: compartid un viaje. Pero, como muchos habéis comprobado alguna vez, lo que hemos soñado como idílico no siempre sale bien.
El viaje que os propongo a lo largo de estas páginas, la navegación a través de la red, es toda una demostración de amor y de cuidado a un menor, pero sobre todo puede resultaros muy útil a madres, padres, abuelos/as y educadores. Aquí encontraréis herramientas y reflexiones que os permitirán educar en valores y dotar a los niños, niñas y adolescentes de una autonomía progresiva y de responsabilidad para emprender este camino de forma sana y segura, o continuar disfrutándolo sin demasiados sobresaltos.
Olvida las culpas y pongámonos a aprender, ya que como padres estamos toda la vida aprendiendo. Por pereza, por desconfianza o por desprecio a las redes sociales puede agrandarse la brecha intergeneracional y que vuestros caminos se crucen y terminen por ser opuestos o divergentes. Este libro puede ser una oportunidad para entender su universo y proporcionarles el acompañamiento que necesitan. Si a ti todavía se te escapan muchas cosas, ¡cuántas no se les escaparán a ellos!
Decirte que, por las características de esta aventura, se asemeja bastante a una travesía en alta mar. Navegar juntos en alta mar es una maravillosa experiencia, y una declaración de amor en estos tiempos que corren, pero no exenta de riesgos e infortunios. Si añadimos la vivencia de un confinamiento por una crisis sanitaria, en el cual se ha abusado de los dispositivos electrónicos, es probable que te pueda costar aún más realizar la necesaria «desescalada digital».
Vemos muchos peligros e incertidumbres durante la travesía, pero también disfrutamos con avistamientos que nos sorprenden, nuevos aprendizajes y encuentros, y viviendo experiencias que nos divierten y alegran la vida pese a las inclemencias que sufrimos. Piensa que cuando tu hijo/a navega por la red hay polizones que se cuelan a bordo: los menores son vulnerables al ciberbullying, al grooming y la a sextorsión. Pero incluso cuando disfrutan de la travesía y capturan momentos con su cámara, tampoco están exentos de consecuencias a las que su tan ansiada exhibición de la intimidad los lleva, por su afán de buscar notoriedad, sentir la pertenencia al grupo o, por qué no, la aprobación y el reconocimiento de los otros para reafirmarse. Recuerda que también son hipersensibles cuando observan curiosos los viajes y las vidas de los demás, sintiendo que las suyas no son ni tan interesantes ni tan divertidas, lo que termina por influir en su autoestima. Muchos se pasan el día a la caza del mejor selfi o siguen a personas de dudosa influencia que exponen sus barbaridades en la red. Cuando se comunican no siempre saben hacerlo desde la asertividad, sin darse cuenta del odio que arrojan, hiriendo a los demás. Como padres, solemos pensar que nuestro hijo nunca haría eso. También muchos menores exponen su intimidad para obtener un comentario, pero terminan encontrándose con una bofetada de realidad al recibir burlas que les humillan y que acaban por destruir su idealizado viaje. Y todo, a veces… ¡por un puñado de likes!
¿Qué he incorporado como equipaje para gozar de este viaje y protegeros ante las inclemencias? Varias propuestas y ejercicios prácticos a modo de reflexión que podéis hacer juntos. ¿Sabías que puedes conocer qué datos almacenan de ti y solicitar su descarga en algunas redes sociales de las cuales formas parte? Puedes obtener una copia de lo que has compartido (tus fotos, videos, comentarios, etc.). Te expones a todo un desnudo personal y psicológico, pero así podrás ver tu reputación digital. Juntos podéis chequearla y valorar la intimidad que verdaderamente queréis mostrar. Tras ello, podéis haceros una pregunta: ¿os contratarían si lo vieran al acudir a vuestra primera entrevista de trabajo?
Para no terminar por navegar a la deriva, ¡remad junt@s!
¿Dónde puede encontrarlo?